Sincericidio

Sincericidio

Las botas de Juan

Te confieso que hay mil noches que no duermo
esperando el regreso del recuerdo de tu piel,
que despierto describiendo mis tormentos,
maldiciendo los excesos de las noches del ayer.

Te confieso paso noches de tormentas
descifrando la receta o la poción para olvidar
y que muero cada sábado en la hoguera
y los lunes de ceguera no puedo evitar llorar.

Te confieso que hace casi un mes que pienso
en pasar por algún puerto para anclar mi corazón
o dejarlo que naufrague por completo
y no ahogarlo con veneno para no sentir dolor.

Y que esta es otra mañana
en que esta terca resaca se pelea con mi olvido.
Mi teléfono te llama, atendes con voz cansada y cortas con un suspiro
y le canto a la nada este bendito sincericidio.

Te confieso, cuando estoy meditabundo
yo le doy la vuelta al mundo pero siempre vuelvo a mi
y que llevo un derrotero nauseabundo
que me mata en dos segundos y me vuelve a revivir.

Te confieso que aun tengo la costumbre
de escribir versos en nubes cuando no puedo soñar,
que aún recuerdo las mañanas de ese octubre
y las noches en que estuve casi a punto de volar.

Te confieso mis mañanas de locuras
y mis noches más que duras y mis tardes de dolor
y el deceso de mi tan frágil cordura
y la esperanza casi nula que me queda en el amor.

Y que esta es otra mañana
en que esta terca resaca se pelea con mi olvido.
Mi teléfono te llama, atendes con voz cansada y cortas con un suspiro
y le canto a la nada este bendito sincericidio.

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