Entraste a mi razón
bordando la pasión en mi alma,
tu amor fue bendición
y luto en la fugaz palabra.
Pensaste que alguien más,
quererte como yo, pudiera;
no hiciste más que ahogar mi amor
en la humedad extraña.
Amigos, nada más amigos
un caudal de ríos y una herida hermana;
domingo de llorar,
domingo de matar la vida
dos de la mañana.
Mis manos han de estar abiertas
a una noche exenta de tus ojos mansos.
Amigos, nada más amigos
de llorar domingos,
de seguir con nada
Comentarios
Deja tu comentario: