Nunca él pensó en un instante desaparecer
cuando la vida no paraba de crecer.
En su interior: ganas de todo,
conciertos, amigos y diversión;
una familia, coche nuevo y un amor.
Y es que nacemos con una fecha de caducidad.
Llegó pronto y apagó su realidad.
Se paró pronto, su corazón
en una tarde como las demás.
Sin despedida y con ganas de volar.
Unas cervezas con los amigos
y un partido que nunca llegó a jugar.
Jamás se hará viejo,
será como se fue a los veintitrés.
Se fue a los veintitrés.
Buena persona, colega de la fiesta y el humor,
de buenos ratos bañados de Rock & Roll.
Le conocí sólo unos años,
no tantos como otros del lugar.
Aunque fue un tiempo bueno para recordar.
Pero nacemos con una fecha de caducidad.
Llegó pronto y apagó su realidad.
Se paró pronto su corazón
en una tarde como las demás.
Sin despedida y con ganas de volar.
Unas cervezas con los amigos
y un partido que nunca llegó a jugar.
Jamás se hará viejo,
será como se fue a los veintitrés.
Se fue a los veintitrés.
Se paró pronto su corazón
en una tarde como las demás.
Sin despedida y con ganas de volar.
Unas cervezas con los amigos
y un partido que nunca llegó a jugar.
Jamás se hará viejo,
será como se fue a los veintitrés.
Se fue a los veintitrés.
No vivió mucho,
pero sí supo
tirar del tiempo y gastar todos los cartuchos.
Como canciones
del punk más radical,
que duran poco pero dicen la verdad
sobre la vida,
y sus putadas,
y como todo lo bueno y lo malo acaba.
Se paró pronto su corazón
en una tarde como las demás.
Sin despedida y con ganas de volar.
Unas cervezas con los amigos
y un partido que nunca llegó a jugar.
Jamás se hará viejo,
será como se fue a los veintitrés.
Se fue a los veintitrés.
Se paró pronto su corazón
en una tarde como las demás.
Sin despedida y con ganas de volar.
Unas cervezas con los amigos
y un partido que nunca llegó a jugar.
Jamás se hará viejo,
será como se fue a los veintitrés.
Se fue a los veintitrés.
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