¡Qué dulce error!
Abro la carta que está en mi buzón.
No es para mí,
pero se trata de una invitación.
¿Qué puedo hacer?
Tendré que ir e intentaré ocultar
mi condición,
con ese acento tosco y tan suburbial.
Tengo un trabajo de siete a seis,
soy autómata en un taller,
pero llego a mi piso y me ilustro muy bien
con Pasolini y con Molière.
Ven conmigo, torpe dama,
de fiesta en fiesta y de cama en cama.
Ven conmigo, deja el barrio,
yo soy el dandy del extrarradio.
No puedo más,
quiero escapar del extrarradio,
¿Qué hago aquí?,
si yo anhelo el gusto y la distinción.
La recepción,
para honorar a un rico jeque de Argel,
exige frac,
tendrá lugar en un lujoso hotel.
En los disturbios antisistema
saqueo en El Corté Inglés,
un buen perfume y una corbata,
que sí, que sí, ¡qué viva el Ché!
Ven conmigo, torpe dama,
de fiesta en fiesta y de cama en cama.
Ven conmigo, deja el barrio,
yo soy el dandy del extrarradio.
Libertinaje con libertad,
siempre trato de no confundir.
Pero el vino francés y la nouvelle cuisine
me transforman en sensual y vil.
Ven conmigo, torpe dama,
de fiesta en fiesta y de cama en cama.
Ven conmigo, deja el barrio,
yo soy el dandy del extrarradio.
Dandy, dandy, dandy, oh …
Dandy, dandy, oh …
Dandy, dandy, dandy, oh …
Dandy, dandy, oh …
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